El auge de las criptomonedas: del Bitcoin a la Libra
Ya hace más de un año advertíamos desde estas páginas acerca del riesgo real existente a la hora de invertir en criptomonedas. Un fenómeno que, si bien es mundialmente conocido (quién no ha oído hablar del Bitcoin), pocos conocen realmente en qué consiste, llamando, además, poderosamente la atención, la ausencia de regulación legal existente a nivel europeo, y las escasas referencias jurisprudenciales de las que podemos hacer uso, siendo la más destacable la reciente sentencia de la Sala de lo Penal de nuestro Tribunal Supremo, de 20 de junio de 2019, que le niega a la criptomoneda (concretamente al Bitcoin) el carácter de dinero, pero sí le reconoce la capacidad de ser un medio válido para realizar transacciones económicas. Es decir, que pese a la inexistencia de leyes o normas que traten de regular la comercialización de bienes y servicios utilizando la criptomoneda como medio de pago, las grandes instituciones, corporaciones y gobiernos, pese a sus recelos, han terminado por aceptar que este nuevo sistema llegó para quedarse, a pesar de los vanos intentos de algunos países de prohibir su uso (como por ejemplo ocurre en Bolivia), mientras que otros (caso de Venezuela), no sólo los reconocen expresamente, sino que han creado su propia criptomoneda.
Por tal motivo, no está de más que podamos realizar un pequeño esfuerzo en distinguir este fenómeno de otros medios de pago, a fin de evitar confusiones o equívocos. De esta forma, no podemos ni debemos confundir las criptomonedas con el “dinero electrónico o digital” (este último es el que se utiliza para las transacciones electrónicas tales como los pagos con tarjeta, o transferencias vía internet) ni, tampoco, con el “dinero virtual” (el ejemplo más sencillo es el relacionado con los juegos electrónicos, en el que los jugadores o “gamers”, utilizan ese dinero virtual para adquirir nuevas herramientas para usar en dicho juego, es decir, que el dinero virtual sólo es eficaz en dicho contexto lúdico, pero no en el mundo real).
En efecto, las criptomonedas (siendo las más habituales y conocidas el Bitcoin, Ethereum, DeepOnion, Litecoin, Ripple, Dash, o la ya tan anunciada “Libra” por el fundador de Facebook) podemos definirlas como una suerte de moneda virtual a la que se le otorga valor comercial, que se producen por medio de computadoras (proceso de “minado”), y que no tienen un emisor específico ni requieren de agentes financieros, siendo su valor muy volátil, y de ahí que deban extremarse las precauciones si, finalmente, se decide invertir en la adquisición de criptomonedas para efectuar transacciones económicas, dado los grandes riesgos que se asumen de pérdida del valor de dicha inversión.