Bitcoin: de la ciencia ficción a los daños «reales»
Tengo que confesar que las primeras veces que oí hablar del Bitcoin, allá por el año 2010 -nace en 2009-, opinaba como los tertulianos a los que escuchaba en cuanto a que aquello no podía tener futuro y terminaría por desaparecer. Sin embargo, hoy, en enero de 2018, el cambio de un Bitcoin está en el entorno de los 14.000 dólares (cambia ese valor cada minuto, lo que da muestra de su volatilidad), y es una auténtica realidad teniendo en cuenta que permite adquirir bienes y servicios (una inmobiliaria de Tarragona tiene el primer piso a la venta sólo en bitcoins) e incluso puede usarse para el pago de la nómina por nuestro trabajo (en Japón, donde ya ha sido reconocido oficialmente como medio de pago, una importante empresa de servicios de Internet permite a sus empleados que lo soliciten cobrar una pequeña cantidad de su salario en este formato), lo que nos puede llevar a afirmar que, en la práctica, nos encontramos ante una “auténtica moneda”.
Aquello que no hace tanto tiempo sólo podíamos dar credibilidad en el marco de alguna de las películas de la saga de Star Wars hoy es toda una realidad. Una realidad compleja, defendida por sus fanáticos como una alternativa a la que no afecta la inflación o las actuaciones de Bancos Centrales, pero que a la vez no tiene “algo” que respalde el valor que, finalmente, el propio mercado le otorga… pero, ¿no es eso mismo lo que ocurre con el oro, valor refugio por excelencia y respaldo de las monedas que se emiten por los países?
Mi principal preocupación viene de la “normalización” de esta criptomoneda. Normalización que viene de la mano de su cotización en mercados secundarios en los que se comercializan ya derivados financieros relacionados con ella, productos que, como desgraciadamente ya tenemos experiencias previas, pueden llegar a venderse aprovechando la “burbuja” que en torno a al Bitcoin se está produciendo a inversores inadecuados y, como ya están advirtiendo importantes consultoras, generar la pérdida total de lo invertido.
No cabe duda de que son importantes los cambios que se están produciendo en los productos financieros, y desde luego los medios de pago son la avanzadilla de esa evolución tecnológica que el sector financiero y la gestión que llevamos a cabo de nuestros productos está sufriendo, y al que por otra parte nos adaptamos con rapidez, como los pagos a través de PayPal o el uso de las tecnologías NFC de nuestros smartphones, pero todos estos sistemas cuentan con un respaldo por parte de Bancos y Empresas con las que no cuenta el Bitcoin, lo cual nos debería llevar a ser cautos y que finalmente algo que parece “ciencia ficción” no termine por hacernos un daño muy “real”.