Banca, cláusulas suelo y la fábula del escorpión
Por: Antonio Acosta
Ya desde antes de que se publicase el Real Decreto-Ley 1/2017, de medidas urgentes de protección de consumidores en materia de cláusula suelo, se venía insistiendo en los medios de comunicación en que “por fin” se arbitraba una forma gratuita, fácil y para todos los afectados para que estos recuperasen todo lo pagado indebidamente por la aplicación de las abusivas cláusulas suelo, máxime desde que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dejase claro a nuestro Tribunal Supremo que no existía la posibilidad (arbitraria a mi juicio) de limitar las cantidades a devolver.
En aquel momento, enero de 2017, parecía que, aunque años tarde, por fin se daba solución a los miles de afectados sin necesidad de acudir a los Juzgados a defender sus intereses. Nada más lejos de la realidad.
Ahora, tres meses más tarde, cerca del final del plazo de las entidades para hacer propuestas de solución (a lo que ni tan siquiera están obligados), podemos concluir que esta medida sólo ha servido para dar más margen a las entidades de crédito para organizarse, para tratar de crear soluciones al problema que ellos mismos crearon, pero lo que no observamos son afectados recibiendo todo su dinero…
El proceso de reclamación ha sido de todo menos sencillo para los afectados, dejando un panorama con total ausencia de colaboración por parte de las entidades y sus trabajadores, exigencias de “modelos” de reclamación que el Real Decreto-ley no requiere, ofrecimiento de propuestas inaceptables de manera verbal, ausencia de propuestas por escrito y, si no cambian mucho las cosas, una nueva oleada de demandas por clausula suelo en camino (nota: poca fe tenía el gobierno en las medidas cuando inmediatamente empezó a hablar de juzgados especiales para esta materia, que ya están preparados).
Es en este punto cuando me vino a la cabeza la fábula del escorpión y la rana, y como la banca, subida en la “espalda” de los afectados para cruzar el “rio” de la crisis de las cláusulas suelo, no puede evitar, por su propia naturaleza, termine “envenenando” (haciendo lo que más interesa a la entidad) a los que soportan el daño a pesar de que ello puede terminar generándole más daño económico (costas judiciales e intereses) y reputacional que beneficios.
Mientras miles de afectados siguen pagando todos los meses más de lo que les corresponde por culpa de una cláusula abusiva escondida en sus hipotecas respecto de la que les dijeron en la “tele” hace bien poco que de manera gratuita y fácil lo recuperarían todo…
Por: Antonio Acosta