Ahorro infantil

Ahorro infantil: ¿Una quimera?

Ahorro infantil: ¿Una quimera?

El ahorro es una cosa muy hermosa especialmente cuando tus padres lo han hecho por ti.” (Winston Churchill). Positivando la frase, incentivar el ahorro infantil es algo que debemos hacer por nuestros peques.

El ahorro es aquella parte de nuestros ingresos que no dedicamos al consumo, esto es a satisfacer nuestras necesidades de vivienda, alimentos, vestido, educación, cultura, ocio… Si trasladamos lo anterior al concepto de ahorro infantil, podríamos inicialmente concluir que como tal hemos de considerar cualquier ingreso que tengan nuestros pequeños, pues estos tienen sus necesidades de gastos cubiertas por sus mayores. Ahora bien, la realidad que nos ha tocado vivir desvirtúa dicha conclusión, pues el consumo, o más concretamente el marketing del consumo, también incide en los pequeños de la casa. Pues efectivamente estos se han convertido en protagonistas del mundo del consumo y por tanto destinatarios finales de muchas campañas comerciales. Todo lo cual no hace sino menoscabar el ahorro infantil, pues hemos creando una sociedad en la que cada vez resulta más fácil adquirir algo de uso efímero, que solo satisface una necesidad generada artificialmente.

Ciertamente el ahorro infantil figura como uno de los grandes olvidados de la actual cultura financiera. En otros tiempos, la hucha se constituía en todo un símbolo entre nuestros pequeños. Moneda a moneda, billete a billete, se iba llenando poco a poco, para una vez colmada, llevarla a la entidad para guardar el dinero. Entonces los bancos y, sobre todo, las cajas, tenían un  producto estrella con el que captar ese incipiente ahorro infantil, las “libretas de ahorro”. Se trataba de un producto que con muy diversas denominaciones, se articulaba de una forma sencilla y mediante la cual por el depósito del ahorro infantil se daban unos intereses y sin aplicar gastos. Nada de complejidad, ni de costes oculto. La mecánica era fácil de comprender y hasta los más pequeños sabían que cuanto más dinero ahorraran, más interese recibirían, todo ello con la seguridad de que su dinero estaría a buen recaudo en la caja o banco. Ello suponía indiscutiblemente un acicate para el ahorro infantil, manteniendo las entidades financieras un compromiso con esa cultura del ahorro, facilitando el ahorro infantil incluso por encima de su cuenta de resultados.

La realidad actual es radicalmente distinta. El consumismo cada vez gana más batallas, ante el desinterés de las entidades financieras y la desidia de los poderes políticos. Hoy en día si queremos un producto mediante el que encauzar el ahorro infantil lo tendremos complicado, por no decir imposible. Las entidades financieras ya no ofrecen claridad y sencillez, sino productos complejos con los que incrementar su negocio mediante gastos y comisiones que se repercuten a los clientes, por muy menudos que sean estos (los clientes). Así nos encontramos con productos que si bien ofrecen una cierta rentabilidad, lo es a cambio de no garantizar el capital depositado; o que vinculan tal garantía a la contratación de un seguro anexo, concertado con una aseguradora vinculada con la entidad; también están los que “incentivan” el ahorro infantil a través de “regalos” que no retribución en forma de capital, lo que no es sino una traslación de ese mundo del consumo actualmente imperante. Son pocas las entidades que ofrecen productos como las tradicionales libretas de ahorro de otras épocas, y ello con una rentabilidad ínfima, que solo en contadas excepciones van más allá, pero eso sí, a cambio de repercutir comisiones y/o gastos al ahorro infantil.

Y a todas estas hemos de preguntarnos qué es lo que hacen los poderes públicos, el mundo político, por el ahorro infantil. La respuesta no puede ser más desesperanzadora: nada. Resulta descorazonador el hecho de que si uno pone la referencia “ahorro infantil” en los buscadores de las páginas web oficiales de la Unión Europea o del Congreso de los Diputados no aparece ninguna normativa, proyecto o propuesta sobre la materia. Quizás tengamos mejores perspectivas en estos anunciados “tiempos de cambio”. Aunque los que ahora están, lo estaban también antes, sin que nada siquiera hayan propuesto en pos del ahorro infantil.

Indiscutiblemente la situación actual del ahorro infantil hace ciertamente difícil que se cumpla el refrán que dice: Si quieres que el dinero no te falte, el primero que tengas no lo gastes”.

Por: Octavio Suárez Silva

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